miércoles, 16 de septiembre de 2009

Cooficialidad o imposición

Una lengua es una herramienta de comunicación para entenderse con el resto de personas. Desde ese punto de vista, una lengua es tanto más importante, rica, buena, etc. cuanto mayor sea el número de personas con las que posibilita la comunicación. Además, una lengua es tanto más eficiente cuanto menos tiempo y recursos hay que dedicarle a su aprendizaje y cuanto más fácil sea aprenderla.
En Aragón el castellano es la lengua que nos identifica y que usamos de forma habitual en el 95% del territorio y el 95% de los aragoneses. Ahora se abre el debate, otra vez, de la oficialidad del catalán con el castellano. Item mas, a lo largo de la franja (de norte a sur) se hablan distintas formas lingüísticas que van desde el patués, al aragonés, pasando por el catalán o el chapurreao.

Ya fue un error de otras legislaturas introducir el catalán como por parte del patrimonio cultural de Aragón de 1.999. Entonces gobernaba una coalición PAR-PP. El PP votó en contra y el PAR lo votó a favor, haciéndole un guiño pre electoral a un PSOE emergente y desmarcándose de un PP envuelto en trasvases y crisis sucesorias internas. Ahora el PAR se desmarca de este asunto haciéndole el mismo guiño pre electoral al PP de Rudi (por si acaso el PP da una sorpresa y también pueden pactar con el PP). Además el PSOE acusa las tres legislaturas y se encuentra en un proceso de sucesión interna. El PAR sólo quiere gobernar y para ello preguntará a cada socio potencial ¿Quién da más? Ese error propicia ahora otro atropello similar y de impredecibles consecuencias.

Aprobar la cooficialidad del catalán, o lo que sea, al mismo nivel que el CASTELLANO es abrir la caja de Pandora. Pensemos que cooficializar una lengua significa que la ley otorga la potestad a cualquier ciudadano de dirigirse a cualquier estamento, en cualquiera de las lenguas oficiales. En el momento en que surjan problemas de traducción, entendimiento, matices lingüísticos, etc. se necesitarán traductores, centros de enseñanza específicos, una academia de la lengua propia, etc... y a que en una futura legislatura algún “iluminado” obligue, como en otras autonomías en las que se artificializó el idioma, a que en nuestras escuelas se dediquen varias horas lectivas a la enseñanza de una lengua que no es la nuestra. Ni siquiera la de una parte representativa de la población aragonesa, pues el castellano se usa de forma permanente y las otras lenguas y dialectos se usan de forma coloquial en nuestro territorio. Incluso podrían dedicar recursos económicos a crear escuelas de catalán para niños y/o adultos que pagaríamos entre todos para no se sabe bien qué. Además, los malos entendidos y la torre de babel que se puede crear en esta Comunidad Autónoma puede ser lo que le faltaba para el “buen” funcionamiento de los estamentos públicos.

Por otro lado no deben confundir la protección y conservación de las lenguas propias, como elemento cultural de primera división, con la de cooficializar el uso de las mismas. Se pueden crear centros culturales donde se enseñe, regule y conserve esa riqueza idiomática, pero sin poner en riesgo la facilidad de entendimiento y comunicación de la mayoría.
Desde este prisma nada avala la oficialidad del catalán con el castellano pues ni se habla por la mayoría, ni nos permite más y mejor comunicación interna y externa. Cualquier uso que se le quiera dar a la lengua fuera de esta funcionalidad es usarla para algo distinto para lo que fue creada por el homo sapiens.
La lengua, como elemento diferenciador de los pueblos, aún merece una defensa por ser un vehículo transmisor de la historia y la culturas propias y, en este caso concreto en Aragón deberíamos ser mas beligerantes contra la imposición del catalán como segunda lengua (que no lo es) pues restaríamos argumentos a quienes intentan establecer un supuesto reino de Cataluña que comprendía buena parte del territorio de la Comunidad Autónoma de Aragón.
En este aspecto, aún podríamos ser más reivindicativos con lenguas como el patués, el chistavino o el cheso, pero aún nos comunicaríamos peor y con menos personas.
Dejemos las cosas que funcionan tal y como están y todos nos entenderemos mejor, que es de lo que se trata.

No deben dejar de pasar por alto los que nos gobiernan, con mas desaciertos que lo contrario, que marcar constantemente diferencias con el resto de los españoles es avivar las alienaciones, incentivar nacionalismos mal entendidos y favorecer los aislamientos sociales, culturales y probablemente también económicos…justo lo contrario del mundo que nos ha tocado vivir: el de la globalización, internacionalización y eliminación de fronteras culturales, económicas, políticas…

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