Uno de mis primeros trabajos, allá por mediados de los
90, era hacer pólizas de seguro de crédito. Cuando me presentaba a un cliente
potencial para explicar cómo funcionaba el seguro, le decía que se hacía un
estudio de solvencia de sus clientes y en función del resultado de ese informe
por cliente se daba una cierta cobertura a las facturas (nunca se pasaba del
85%). Se aseguraban a casi todos los clientes, excepto a la Administración. Por
aquella época se decía que no existía riesgo de impagados, que el peligro de
morosidad era nulo y que siempre pagaban.
Ya hace unos años que no me dedico al mundo asegurador e
ignoro si las políticas de estas empresas de seguro de crédito y caución han
variado. Lo que sí estoy seguro es que estas compañías aseguradoras no darían
informes positivos de solvencia de ninguna Administración.
Toda la Administración pública ha gastado mucho. Ha
gastado sin control. Han despilfarrado todo el dinero público, que no
olvidemos, es de todos los ciudadanos que tanto nos cuesta ganar. Toda la Administración,
desde la más pequeña hasta la más grande, es cómplice necesario de esta grave
crisis económica.
La Administración, como cualquier persona jurídica o física,
debe cumplir con sus obligaciones. Debe cumplir con sus pagos. Debe pagar si o
si a sus proveedores en un tiempo más que razonable, que en mi opinión no debe
exceder de los 30 días. Actualmente, por ejemplo, en el Ayuntamiento de Zaragoza el plazo medio de pago de las facturas asciende a 168 días.
Todas las empresas, todos los autónomos, todas las
personas vivimos de nuestros trabajos. Y si la Administración no paga, estas
empresas, estos autónomos, los ciudadanos no podemos seguir con nuestra
actividad.
Y esto es lo que está ocurriendo. Muchas empresas,
demasiados autónomos han tenido que cerrar o cesar en su actividad debido a la
falta de liquidez provocada por los muchos casos de impagos de facturas, entre
ellas muchas de la Administración. Y si las empresas y autónomos “bajan la
persiana”, los trabajadores “se van a la calle”. Y si éstos últimos son
despedidos, deben reducir sus gastos y dejan de consumir. Y si no hay consumo,
el dinero no circula con lo que otras empresas y autónomos, los cuales no trabajan
para la Administración, tienen que cerrar porque no venden. Y si no se trabaja,
si no hay actividad comercial, no hay consumo los ingresos por impuestos y
tasas disminuyen. Y si no hay ingreso por impuestos, la Administración no
obtiene financiación. Y así sigue este círculo simple, pero vicioso.
Lo que deben hacer los políticos que están al frente de
todas y cada una de las distintas administraciones es ajustarse realmente el cinturón
y dejar de “sangrar” a los ciudadanos. Se tiene que adelgazar la propia Administración
con la eliminación de Diputaciones, comarcas, sociedades públicas, observatorios,
fundaciones, agrupar Ayuntamientos, etc… Se tienen que hacer grandes, buenas y
valientes reformas pensando en los ciudadanos y que perduren en el tiempo como
la reforma laboral y financiera, revisar competencias, luchar contra el fraude
fiscal, erradicar la corrupción y que los políticos de turno dejen de hacer obras faraónicas
que no sirven para nada, salvo para aumentar el ego personal del político que
lo inaugura. Y una vez hecho esto, entenderé, que suban los impuestos y las
tasas para pagar una buena sanidad, educación y/o justicia. Pero lo que no
entiendo es que nos pidan un sacrificio unidireccional para pagar los
chiringuitos y los “rotos” de unos cuantos.
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